Cuando en una familia había ya un par de niñas no era tolerada otra niña (cuyo nacimiento volvía impura a la madre por casi tres meses, Lv 12,2-5); en este caso era normal tomar a la recién nacida y -exponerla-, esto es, abandonada fuera de la aldea, como da testimonio la literatura de la época y la misma Biblia: -Un hijo lo educa cualquiera, aunque sea pobre; a una hija se la expone siempre, aunque se sea rico- (Posidipo de Casandra); -Te arrojaron fuera a campo abierto, asqueados de ti, el día en que naciste. (Ez 16,5).
Si la recién nacida sobrevivía a los animales vagabundos, era «salvada- por los comerciantes de esclavos que, al amanecer, merodeaban la periferia de las aldeas y ciudades en su búsqueda. Acción en modo alguno filantrópica, sino comercial: la pequeña era recogida y criada para ser destinada a la prostitución.
A los cinco años la niña debutaba en los primeros juegos eróticos. A los ocho estaba ya preparada para una relación completa.
Todavía en el siglo II Justino denunciaba que -se criaban turbas de niñas para usarlas torpemente- (1.a Apol. 27.29).
No hay comentarios:
Publicar un comentario