8/13/2013

LA RESURRECCIÓN DE LOS VIVOS (Jn 11,1-45). Los Muertos no Resucitan.



Marta y María habían hecho saber a Jesús que su hermano estaba enfermo, pero el Señor  al enterarse de que estaba enfermo, se quedó, aun así, dos día en el lugar donde estaba » , de modo que cuando llegó a Betania “encontró que Lázaro llevaba ya cuatro días en el sepulcro”  (Jn 11,6.17).
En Palestina el funeral y la sepultura tenían lugar el día de la muerte. Se creía que el espíritu del muerto se quedaba en el sepulcro, mientras se le reconocía en el cadáver. El cuarto día, cuando el proceso de descomposición era ya avanzado, el espíritu abandonaba la tumba y descendía para siempre a la morada de los muertos, el hebreo sbeol, en espera de la resurrección (Ber. R. 100,7). 

Apenas llega a la aldea, Jesús es abordado por una de las hermanas del muerto, Marta, que le reprocha por la actitud tenida: “Señor, si hubieras estado aquí, no habría muerto mi hermano» y que le sugiere lo que tiene que hacer: “Pero, incluso ahora, sé que todo lo que le pidas a Dios, Dios te lo dará » (Jn 11,21-22). 

La respuesta de Jesús, “Tu hermano resucitará », no satisface a Marta, que rebate defraudada: “Sé que resucitará en la resurrección del último día » (Jn 11,23-24). 

Marta se esperaba que Jesús le dijese: “yo resucitaré a Lázaro » y que, con una acción portentosa, devolviese la vida al hermano. 

Saber que Lázaro resucitará en el último día no sólo no es causa de consuelo para Marta, sino que le produce desesperación: para aquel tiempo incluso ella estará ya muerta y resucitada. 

Marta está anclada en la imagen religiosa tradicional, según la cual se nacía y se vivía después de la muerte en la ultratumba, a la espera del toque de trompeta que daría paso a la resurrección de los justos (1 Tes 4,16). 

La discípula no ha comprendido la enseñanza de su maestro sobre la vida eterna. Para Jesús ésta no es un premio por conseguir en el futuro, sino una condición a experimentar en el presente (“quien cree tiene vida definitiva”  Jn 3,15). 

No hay que esperar al último día para resucitar, sino que cualquiera que crea en Jesús posee ya, como él, una calidad de vida capaz de pasar “de la muerte a la vida” (Jn 5,24). 

Por esto Jesús replica a Marta, que llora la destrucción física del hermano, con la afirmación: “Yo soy la resurrección y la vida » (Jn 11,25). 

Jesús no ha venido a resucitar a los muertos, sino a comunicar a los vivos una vida capaz de superar la muerte; por eso declara que cualquiera que “víve y cree en él”, no tendrá jamás la experiencia de la muerte: “El que me presta adhesión, aunque muera, vivirá; pues todo el que vive y me presta adhesión, no morirá nunca” (Jn 11,25).

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