Jesús
había invitado a Simón Pedro a ser pescador de hombres (Mt 4,19) y, sin
embargo, Pedro ha sido el único discípulo en ser pescado por el Señor, el único
al que Jesús ha debido repetir el reproche: "¡Qué poca fe! ¿Por qué has dudado?”
(Mt 8,26; 14,31).
La
reprensión de Jesús se debe no tanto al fallido intento de Pedro de caminar
sobre el agua, cuanto a haber puesto en duda su identidad divina.
El
Señor había tranquilizado a los discípulos que, viéndolo caminar sobre el mar,
creían ver un fantasma: “¡Ánimo, soy yo!”
A pesar
de que Jesús se había dado a conocer a los discípulos como el Dios de Israel (“Yo
soy”, Éx 3,14), Pedro no se fía y se vuelve al Señor con una expresión de
desconfianza (“Señor, si eres tú”, (Mt 14,28), semejante a la pronunciada por el
diablo en el desierto (“Si eres Hijo de Dios”, (Mt 4,3.6).
Mediante
este recurso literario el evangelista lleva a identificar en Simón al tentador
de Jesús. De hecho, Pedro es la única persona a quien Jesús llama “Satanás” (Mt
16,23) porque, como el diablo, trata de desviarlo de sus planes.
La única
vez que, en el evangelio de Mateo, Simón Pedro es representado de modo positivo,
lo es solamente por breves instantes y ni siquiera por mérito propio, sino de Dios
que lo ha inspirado.
Dado que
sobre la identidad de Jesús hay una confusión muy grande (hay quien lo toma por
Juan el Bautista, quien por el profeta Elías o Jeremías), el Señor quiere saber
si, al menos, sus discípulos tienen las ideas claras. Simón Pedro diciendo: “Tu
eres el Mesías, el Hijo del Dios vivo» (Mt 16,16) responde por todos.
Jesús
había sido ya reconocido por los discípulos como “Hijo de Dios» (Mt 14,33); ahora
Simón Pedro añade que la característica de este Dios es ser el”vivo”, el Dios
que comunica vida.
Jesús, incluso
apreciando la respuesta del discípulo, capaz de estar en sintonía con Dios (“eso
no te lo ha revelado nadie de carne y hueso, sino mi Padre del cielo», (Mt 16,17),
se vuelve a Simón llamándolo -hijo de Jonás- (Mt 16,17).
Jonás es
el único profeta que había hecho lo contrario de lo que Dios le había pedido.
Enviado
por Dios a predicar la conversión a la ciudad pagana de Nínive, Jonás tomó la
dirección opuesta: “Se levantó Jonás para huir a Tarsis, lejos del Señor» (Gn 1,3).
Definiendo
a Simón “hi]o de Jonás”, Jesús describe el itinerario de este discípulo: testarudo
como Jonás, irá contra la voluntad de su Señor, pero al fin, como el profeta,
se convertirá.
Por esto,
no obstante los límites de Simón Pedro, Jesús lo declara idóneo para la construcción
de su comunidad: "Ahora yo te digo: “Tú eres Piedra, y sobre esa roca vaya
edificar mi comunidad” (Mt 16,18).
En su respuesta
Jesús utiliza para Simón el término griego que indica una piedra que puede ser
usada para la construcción.
La traducción
latina de esta perícopa “.Tu es Petrus, et super hanc petram aedificabo
ecclesiam meam”) llegó a identificar los términos “pedro” y “piedra” como género
masculino y femenino del mismo nombre. En el texto griego el término petros,
usado por Simón es nombre común con el que se indica una piedra que
se puede recoger o lanzar (2 Mac 1,16; 4,41) y puede utilizarse para la
construcción de una casa. La iglesia de Jesús se edifica sobre la Piedra que
significa la roca sólida sobre la cual se puede construir con seguridad
(“Todo aquél que escucha estas palabras mías y las pone por obra se parece al
hombre sensato que edificó su casa sobre roca» [en griego, petrarú, (Mt
7,24).
La Iglesia
de Jesús será edificada sobre la roca que es el Señor mismo (“Esta roca era Cristo»,
1 Cor 10,4).
Todos aquellos
que, como Simón Pedro, reconocen en Jesús “el Hijo del Dios vivo” son las “piedras
vivas» (1 Pe 2,5) con las que se edifica la comunidad cristiana.
Ahora
que los discípulos han comprendido finalmente la identidad de su maestro, “Jesús
empezó a manifestar a sus discípulos que tenía que ir a Jerusalén, padecer
mucho a manos de los senadores, sumos sacerdotes y letrados, ser ejecutado y resucitar
al tercer día» (Mt 16,21).
Jesús anuncia
que su subida a Jerusalén no será en plan de triunfo, como ellos había
esperado, sino de fracaso.
Su muerte
será obra del sanedrín, máximo órgano jurídico y religioso de Israel, compuesto
por “los ancianos, los sumos sacerdotes y los escribas».
Al oír esto,
Simón, declarado hacía poco "dichoso» por el Señor, porque estaba inspirado
por el Padre, reacciona contra Jesús como un “Satanás”.
Como el
profeta Jonás no estaba de acuerdo con los proyectos de su Dios, así Pedro
comienza una oposición a su Señor que culminará en la traición: “Pedro lo tomó
aparte y empezó a increparlo”. '¡Líbrete Dios, Señor! ¡No te pasará a ti eso!'.
(Mt 16,22).
Habiendo
reconocido en Jesús al -Hijo del Dios vivo», Pedro no comprende y no acepta
que, para transmitir la vida, el Mesías deba encontrar la muerte.
Pedro increpa
a Jesús como el Señor increpa a los demonios (Mt 17,18), porque para
él el itinerario de Jesús no es el de Dios.
“Pero
Jesús, se volvió y dijo a Pedro: ¡Vete! ¡Quítate de en medio, Satanás! Eres un
tropiezo para mí, porque tu idea no es la de Dios, sino la humana» (Mt 16,23).
Jesús
reacciona contra Pedro con las mismas palabras usadas con el tentador en el
desierto: “vete, Satanás” (Mt 4,10), porque Pedro se muestra como el
adversario, contrario al plan de Dios.
De
piedra apta para la construcción de la comunidad, Pedro se convierte en piedra
de escándalo (palabra griega con la que se indica una piedra que hace
tropezar). Pero si Jesús demuestra hacia Satanás un rechazo total (“¡Vete!»), a
Simón Pedro le ofrece una ulterior posibilidad y, por esto, añade: “Ponte
detrás de mí”, invitando al discípulo a ocupar el puesto que le toca: es él
quien debe seguir a Jesús y no al contrario.
Jesús
renueva a Simón la propuesta que le hizo cuando, junto al hermano Andrés, lo
invitó a seguirlo: “Veníos en pos de mí» (Mt 4,19).
Simón
re emprende el seguimiento de Jesús, pero continuando en su papel de tentador
del Mesías.
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